Globalización, desarrollo
regional y atomización del Estado Nación ©Martha C. Vargas T. Se permite la reproducción total o parcial, sin
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1.
ACERCA DE LA GLOBALIZACIÓN
1.1
Orígenes
En los últimos años el mundo vive la
euforia de la globalización. En su nombre
se reforman las constituciones, las leyes laborales, los procedimientos
jurídicos, la organización territorial, se subastan las empresas estatales. Pero, ¿qué es la globalización, qué
implicaciones tiene para los pueblos, y cuál para los estados nacionales?
¿Éstos se fortalecen o se debilitan atomizándose en un archipiélago de
regiones?. El presente capítulo procura caracterizar la globalización,
centrándose en los aspectos económicos sin pretender hacer un análisis
exhaustivo de ellos, sino atendiendo prioritariamente a los elementos que
tienen mayor incidencia en la configuración nacional y de las regiones. Por
ello se inicia con un breve resumen histórico de sus etapas, prestando mayor
atención al periodo que se inicia en los años setenta y se extiende hasta
nuestros días. Parece existir consenso en que la
globalización, entendida como la creciente interrelación económica de las
naciones, no es un fenómeno reciente, “tiene su origen simultáneo con la
irrupción de la época moderna y los comienzos de la constitución del mercado
mundial en el siglo XVI”. (Restrepo, 1996: P.7). “Con relación a las etapas iniciales del capitalismo, el descubrimiento de América y la circunnavegación de Africa ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de la India y de China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido y aceleraron, con ello, el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición” (Marx - Engels 1974: p.112). Junto con la disolución del feudalismo que provocaban las
fuerzas económicas y sociales emergentes, “los mercados crecían sin cesar; la
demanda iba siempre en aumento. Ya no bastaba tampoco la manufactura. El
vapor y la maquinaria revolucionaron entonces la producción industrial. La
gran industria moderna sustituyó a la manufactura; el lugar del estamento medio
industrial vinieron a ocuparlo los industriales millonarios -jefes de
verdaderos ejércitos industriales-, los burgueses modernos. “La gran industria ha creado el mercado
mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial
aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de la navegación y de los
medios de transporte por tierra. Este desarrollo influyó, a su vez, en el
auge de la industria, y a medida que se iban extendiendo la industria, el
comercio, la navegación y los ferrocarriles, desarrollábase la burguesía,
multiplicando sus capitales y relegando a segundo término a todas las clases
legadas por la Edad Media” (Marx y Engels 1974 P.113). Norris Clement, profesor del Departamento
de Economía de la Universidad de San Diego, California, sostiene que “la
globalización de América Latina se originó en la conquista, se profundizó y
expandió durante el período colonial, se mantuvo durante la independencia y
se intensificó a lo largo del siglo XIX.” ( Abello, 1997, p. 1). Darío Restrepo, delimitando los períodos
del proceso, denomina globalización mercantilista a la que se inicia en el
siglo XVI y que comprende la formación de los estados nacionales absolutistas
de Europa, el colonialismo basado en la extracción de minerales preciosos, el
tráfico de esclavos, y la primera privatización en gran escala, la de la
tierra. Afirma Restrepo que la segunda fase vive
la irrupción de las revoluciones burguesas, que dan al traste con los estados
absolutistas europeos y erigen los propiamente capitalistas. Las nuevas
potencias, Francia, Gran Bretaña y Alemania, enriquecidas por el comercio,
sustituyen a España y Portugal, las cuales se lucran de la explotación del
oro de las colonias de ultramar. La tercera onda empieza desde fines del
siglo pasado, con la primera gran crisis financiera del capitalismo europeo,
y culmina con el decaimiento del fordismo y el americanismo. Durante la
segunda posguerra se desarrolla la intervención estatal en la economía y el
llamado estado de bienestar. Luis Mauricio Cuervo, en su análisis sobre
la internacionalización económica y los patrones de inserción
latinoamericana, se detiene en los cuatro períodos más recientes de la
mundialización económica: el primero de 1870 a 1913, el segundo de 1913 a
1945, el tercero de 1945 a 1970 y el cuarto de 1970 hasta hoy. Del lapso comprendido entre 1870 y 1913
destaca los crecientes movimientos comerciales, las migraciones de
trabajadores, el incremento de la inversión extranjera directa y los flujos
de capitales. Para ejemplificar, recuerda que el valor total acumulado de
inversión externa de largo plazo alcanzó, en 1914, la cifra de 44 billones de
dólares, siendo el Reino Unido el principal inversionista. La inversión
extranjera directa (IED) llegó a un acumulado de 14 billones de dólares.
(Cuervo – Gonzalez, 1997, p. 161-179). TABLA
No. 1 PARTICIPACION EN EL STOCK MUNDIAL DE IED
PARA ALGUNOS PAÍSES EN 1914, 1960, 1978 Y 1992 (Porcentaje del total mundial)
Fuente: UNCTAD, 1994, Tabla III.7, p. 131, tomado de
Cuervo y Gonzalez 1997, p. 165. Rasgo característico de la etapa en
mención fue el que el 55% de la IED se destinó al sector primario, cuyas
exportaciones eran el vínculo de las economías del sur con el mercado
mundial. La integración económica se facilitó gracias a la libertad comercial,
pero el crecimiento industrial sólo se reforzó en un pequeño núcleo de
países. Anotemos que por aquel entonces los
oligopolios alcanzaron el control en los países capitalistas y desataron una
feroz lucha por la hegemonía mundial. Una historia de los monopolios se nos
presenta así: “1) Décadas de 1860 y 1870, punto culminante de desarrollo de
la libre competencia. Los monopolios no constituyen más que gérmenes apenas
perceptibles. 2) Después de la crisis de 1873, largo período de desarrollo de
los carteles, los cuales constituyen todavía una excepción, no son aún
sólidos. 3) Auge de finales del siglo XIX y crisis de 1900 a 1903: los
carteles se convierten en una de las bases de toda la vida económica. El
capitalismo se ha transformado en imperialismo.” (Lenin 1974:p. 21). Con respecto al imperialismo, este autor
enumera como características el monopolio, producto de una concentración de
capitales en un grado muy elevado; la fusión o alianza de los bancos con la industria,
es decir, el capital financiero; la exportación de capitales, con la
consecuente tendencia a la dominación colonial, y a la reacción política. Desde la otra orilla del pensamiento,
Alfred Chandler, en el estudio que hace del desarrollo de la industria
norteamericana, titulado “La Mano
Visible”, ilustra cómo los oligopolios, en particular los que él denomina
empresas integradas, ya en las postrimerías del siglo pasado llegan a
controlar la producción, las fuentes de materias primas, la distribución y
emulan por el mercado mundial. Durante la primera guerra se presenta una
fuerte intervención estatal en la economía, la que en Estados Unidos adopta
la forma de cooperación entre las empresas gigantes y el gobierno. (Sobel,
1993:p. 54). Esta tendencia a la intervención toma más fuerza a raíz de la
crisis de 1929, en la cual los defensores del mercado claman porque éste sea
redimido por el Estado. En resumidas cuentas, la globalización, en
sentido lato, comienza con el desarrollo del capitalismo, el cual a la vez
que impulsa el mercado mundial, va formando mercados nacionales. En las
décadas finales del siglo pasado y primeras del presente, los oligopolios
controlan gran parte de la producción de sus países y disputan por el reparto
del mundo. Posteriormente entra en auge la etapa de la intervención del
estado en la economía. |