Globalización, desarrollo regional y atomización del Estado Nación

©Martha C. Vargas T.


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2.2  Teorías sobre el nacionalismo

Se considera que hay dos grandes teorías modernas acerca de la idea de nación. Una correspondería a la Ilustración, y se realiza en la Revolución Francesa. La otra, sugerida en la noción herderiana de volksgeist, se desplegaría plenamente entre los románticos.

La primera, es la “nación revolucionaria”, la que el abate Siéyès definía como “un cuerpo de socios que viven bajo una ley común y están representados por la misma legislatura”. Si hubiere de extenderse la unidad nacional al conjunto de los individuos, se fundamentaría en la identidad de sus derechos, en el reconocimiento recíproco de tal identidad. Procede de la unión de voluntades en una asociación libre, fundada en la adhesión a los principios del contrato social. De ahí se derivan unos rasgos:

Es considerada ya como un producto histórico o como un constructo, es decir, es artificial, el resultado de la creación de una elite.

Es una comunidad democrática. Desde su enfoque, en el mundo hay diversas naciones por haber distintos regímenes políticos. La diferencia entre naciones es política, no natural.

Las fronteras son el límite a partir del cual no se aplican los principios del Contrato Social. La nacionalidad no es, pues, una determinación natural. El acceso a esta nacionalidad nace de una elección libre y puede perderse cuando el ciudadano reniegue de los principios a los que se adhirió.

La nación revolucionaria se precisa, pues, sobre el fondo de su propia desaparición como nación distinta a las demás cuando la comunidad democrática se haya extendido al conjunto de los pueblos.

La segunda, la nación romántica, es nación-genio, no nación-contrato. Lo que llama Joseph Maistre el alma colectiva; en ella prima la tradición, la pertenencia a una comunidad viva de lengua y raza. Prima el Volksgeist, el espíritu del pueblo. Pero la nación de Volksgeist no aparece abiertamente en Herder, en éste subsistía el universalismo.

Es el romanticismo alemán, en especial a partir de los Schlegel, el que, a través de su bien conocida crítica de cualquier forma de humanismo abstracto, llegará a la afirmación correlativa de una heterogeneidad absoluta de las culturas nacionales.

Suelen tomarse como modelo del primer tipo de nación a Francia, del segundo a Alemania. Pero no se pueden remitir pura y simplemente las dos ideas a la tradición francesa y alemana.“Alemana” sería la identificación del individuo con la comunidad. Pero esta concepción no es solo alemana, ni de todos los alemanes.“Francesa” sería la idea republicana de nación según la cual es en calidad de ciudadano como el individuo se adhiere al grupo. Pero el propio Kant aportó al republicanismo.

Tratando de precisar, se puede decir que la idea romántica de nación tiene estas características:

Un enfoque naturalista de la idea nacional

Si la nación es entidad natural, la nacionalidad es igualmente una determinidad natural.

La nacionalidad es concedida por una instancia que verifica que se cumplan datos mínimos naturales. Pesa mucho la lengua (Schleger). Casi no se puede concebir una pérdida de la nacionalidad.

La nacionalidad está inscrita en mi ser antes de que yo razone o elija. Está acendrada la idea de la Madre-patria. De esta concepción brota fácilmente el nacionalismo.

Hablando en el terreno teórico, la idea revolucionaria de nación se inscribe en el fondo bajo la idea de libertad; la idea romántica bajo la idea de naturaleza, de necesidad. La idea de nación-genio cierra la comunidad nacional a la dimensión del porvenir. La nación no puede desarrollar sino sus virtualidades propias, ninguna aportación verdaderamente nueva puede venir a su destino. De hecho, niega la libertad de las personas.

La idea de nación-contrato se basa, de hecho, en una idea de libertad; stricto sensu, una idea. Se cierra la comunidad a la dimensión del pasado. Comprendida así, la nación no retiene nada de su cultura, ni de sus tradiciones.

Desde luego, el análisis teórico no se agota en esas dos grandes corrientes. Fitche hace de la nación el producto del proceso educativo. El Estado se encarga de la educación nacional, de la que se espera la formación de la unidad nacional. Trata de superar la antinomia de la concepción revolucionaria y romántica de la nación. Ésta no se plantea en términos de simple y pura pertenencia, ni de simple y pura adhesión, sino de educabilidad.

La comisión encargada en Francia, en 1897, de preparar una reforma del Código de la nacionalidad, planteó:

Una nación está constituida por la voluntad y el consentimiento libre de los individuos.

Esta libertad (de hacerse francés) habrá de inscribirse en una cultura y en una tradición para la que tienen sentido los valores del derecho y de la ley. Se insiste en el papel de la escolarización y de la lengua. Se podía nacionalizar a quien proviniendo de un país de habla francesa, tuviere una escolaridad de 5 años, en un establecimiento que enseñara francés.

En la polémica adelantada por los partidos socialdemóçratas a principios de siglo, R. Springer dijo: “Nación es la unión de hombres que piensan y hablan del mismo modo”. Agregó: “Es la comunidad cultural de un grupo de hombres contemporáneos no vinculada con el suelo”. (Springer : ). Otto Bauer dijo: “Nación es el conjunto de hombres unidos en una comunidad de carácter sobre la base de una comunidad de destinos.”

Nación es una comunidad humana estable, históricamente formada, de idiomas, de territorio, de vida económica y de sicología, manifestada ésta en la comunidad de cultura” (Stalin).

Más recientemente, estudiosos como Karl Deutsch han enfatizado en que la nacionalidad no es una característica innata, sino el resultado de un proceso de aprendizaje social y de formación de hábitos. Por ello, para Deutsch es fundamental la estructura de comunicación social, ya que sin ésta es imposible la configuración de la nacionalidad.

De tiempo atrás se polemiza acerca de qué pesa más en la formación nacional, si los factores ideológicos y culturales o aspectos tales como la economía y el territorio.

Edgar Morin, en su artículo El Estado Nación, señala que éste “es, a la vez, creación y creador de la Europa moderna. La historia, hasta la Edad Media, había contado imperios, ciudades, pueblos, etnias. La fórmula del Estado-nación, más extensa que la de las ciudades, es más restringida y más unificada que la de los imperios, incluso cuando es poliétnica. El Estado-nación se forma lentamente, diversamente en Francia, Inglaterra, España, Portugal, a partir y alrededor de un poder monárquico que se forma él mismo al formar el Estado-nación”. Y luego añade: “La perseverancia monárquica y la oportunidad histórica favorecen el desarrollo del Estado-nación francés. La fórmula del Estado nación emerge de manera evidente en y por la Revolución francesa”. Resume así Morin dos etapas en la configuración del Estado nación: el absolutismo y la revolución. En esas dos etapas, principalmente en la segunda, la nación legitima al Estado. Son pasos dados en busca de la centralización requerida para la formación del mercado interior.


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