Globalización, desarrollo regional y
atomización del Estado Nación ©Martha C. Vargas T. Se permite
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y cuando se mencione el Título y la autora y se le informe por escrito a: |
2.2.2 Etapas históricasEn la Europa continental, de Occidente, la
época de las revoluciones democráticas burguesas, abarca un lapso bastante
determinado, aproximadamente de 1789 a 1871. Esta fue la época de los
movimientos nacionales. En lo atinente a los estados nacionales,
se destaca que su origen se encuentra en la disolución del mundo feudal y en
el avance del capitalismo. Uno de los precursores ideológicos del estado
nacional es Nicolás Maquiavelo, quien no se interesaba ya por el imperio
universal, sino por unidades como Francia o España, pero él busca la unidad
estatal más que la nación. (Crossman 1969:p. 42). El desarrollo de los mercados exigía la
superación del aislamiento feudal, el auge de las ciudades, la proletarización
de las masas de campesinos y artesanos y que el poder político se
independizara de la Iglesia romana. El país pionero fue Inglaterra que bajo
el mando de los Tudor consolidó un gobierno no sujeto a las decisiones
papales. En Europa Oriental y en Asia, la época de
las revoluciones democráticas burguesas no comenzó hasta 1905. Las
revoluciones de Rusia, Prusia, Turquía y China, la guerra en los balcanes son
toda una serie de movimientos democráticos con tendencias a crear estados
independientes y unidos en el aspecto nacional. Según la Enciclopedia de las Ciencias
Sociales, los ideales nacionales deben su universalidad a dos movimientos
históricos: 1) la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, que desde
Francia difundieron este ideal a otros países europeos, especialmente a
Alemania, Italia, España y Rusia; 2) el movimiento anticolonialista del siglo
XX, que se extendió a Asia y Africa . Amén de las luchas de independencia de
América Latina. En octubre de 1917, los bolcheviques toman
el poder en Rusia y, bajo la orientación de Lenin, trazan la política de
apoyar las luchas anticoloniales, esta alianza habría de tener una fuerte
influencia en la relación de los estados nacionales de un lado, y las
potencias y el capital extranjero del otro. En el desarrollo histórico del estado
nacional hemos de mencionar el denominado Estado de bienestar o Estado
intervencionista. Su período comienza poco tiempo después de la Gran
Depresión de 1929. Uno de sus principales teóricos es John Maynard Keynes. En
esta época ya el Estado no es un simple gendarme de la sociedad de mercado.
Durante décadas vemos un vigoroso crecimiento de instituciones y empresas
estatales que se convierten en motor de la economía. Empresas
automovilísticas, acerías, industria petrolera y muchas otras de bienes de
capital son controladas directamente por el Estado. La economía es
planificada centralmente y se irrigan capitales de fomento a los sectores
considerados claves que no logran prosperar sin la ayuda estatal, tales como
el agrícola. Cada recesión es enfrentada mediante ingente gasto estatal que
procura reactivar la demanda de la economía, sin preocuparse por el déficit
de las finanzas públicas. Bajo la sombra protectora de los Estados surgieron
y desarrollaron empresas verdaderamente colosales y de talla mundial, en
Europa las llamaban campeones nacionales. De la Segunda Guerra el mundo sale
dividido en dos grandes bloques, situación que desempeña un papel
determinante en la política y que tiene considerable influencia en las decisiones
económicas. El campo occidental pasó a ser capitaneado por los Estados
Unidos, que emergen indemnes también de esta conflagración. El Reino Unido y Francia pierden
rápidamente sus posesiones coloniales después de la II Guerra Mundial. El
dominio directo de los imperios capitalistas sobre los pueblos de Asia y
Africa había llegado a su fin. Hay un verdadero auge de la formación de
estados nacionales de las sociedades relegadas. Sirva como ejemplo recordar
que entre 1950 y 1960 se independizaron y conformaron su estado nacional 23
países africanos. En la ONU, otra de las organizaciones creadas en la
posguerra, se da una constante discordia entre los países en desarrollo y las
grandes potencias. Debido al ascenso de las luchas
anticoloniales y a los avances de los comunistas, se impone una nueva forma
de relaciones en las que las grandes compañías y los países poderosos ejercen
su influencia apoyándose en las capas gobernantes de las naciones en
desarrollo. Estas tienen, de todas maneras un estado formalmente establecido,
y no son pocas las ocasiones en que afloran conflictos entre los
inversionistas extranjeros y dichos gobiernos. El peligro de las revoluciones
sociales y nacionales obliga a que se hagan ciertas concesiones, a la vez que
se fortalecen los ejércitos para perseguir implacablemente cualquier
manifestación que busque cambiar el estado de cosas. Recién terminadas las hostilidades,
Estados Unidos y sus aliados mantienen la política de aislar al gobierno de
Franco, aliado del fascismo, y de impedir que Alemania y Japón se
industrialicen o rearmen. Pero el comienzo de la Guerra Fría hace que tal
conducta sufra un viraje radical. Para las potencias de Occidente el peligro
provenía del socialismo. Alemania tenía que hacer de dique en Europa, Japón
en oriente, Franco pasaría a ser aliado. La revolución China, las guerras de
Corea e Indochina, la fuerza de los partidos comunistas en los países
europeos, los avances de éstos en Grecia y Turquía, hacen que en los
gobiernos de los países capitalistas predomine el interés de aliarse con
todos los regímenes anticomunistas. Se firman los pactos militares de la
Otan, Seato y Cento. Del lado oriental, el Pacto de Varsovia. 2.2.1 Configuración del estado nacional colombianoPara ilustrar los aspectos principales que
inciden en la formación de un Estado Nacional se examina el proceso de
conformación de la República de Colombia. En su libro titulado “En el Camino hacia
la Nación”, Hans-Joachim Köning muestra cómo la política de los borbones,
cuyo reinado se inició con Felipe V en 1701, provocó un creciente
distanciamiento por parte de la alta sociedad criolla frente a los españoles,
y fue surgiendo la identidad neogranadina y la conciencia sobre los propios
intereses y necesidades. Estos elementos, posteriormente, propulsarían las
luchas por la separación y la autonomía. Hasta mediados del siglo XVIII, la
proporción de funcionarios criollos y españoles peninsulares era 2:1. Después
de 1759, con el ascenso de Carlos III, esa relación desfavoreció más a los
criollos. El aumento de los controles por parte de la Corona para evitar los
desfalcos al erario, redundaron en una mayor discriminación contra los
americanos, y en el creciente descontento de éstos. Esta discriminación fue
decisiva para formar la conciencia nacional y en el respectivo proceso
emancipador. La Ilustración europea, con su fe en la
razón y su confianza optimista en las ciencias, sobre todo las naturales y
experimentales, también estaba viva en España. Esta nueva escuela de
pensamiento se inicia con el rechazo a los contenidos educativos
tradicionales de la escolástica y pone en marcha una reforma cultural que
apunta a la ciencia moderna y a sus métodos de investigación. Las ideas
renovadoras se extendieron velozmente por la Nueva Granada a través de escritos
de españoles ilustrados como Feijóo, Jovellanos, Campomanes y el Conde de
Floridablanca. En estas tierras también se difundieron las obras de
pensadores ingleses y franceses como Locke, Montesquieu, Voltaire, Rousseau,
entre otros. Representantes de las nuevas ciencias naturales como el sabio
José Celestino Mutis, Juan José D’Elhuyar, Aimé Bonpland y Alexander Von
Humboldt contribuyeron a difundir y a cimentar las ideas de la Ilustración.
Neogranadinos como Francisco Antonio Moreno y Escandón, Jorge Tadeo Lozano,
Antonio Narváez y Latorre, José María Cabal y Francisco Antonio Zea, entre
otros, también apuntalaron las nuevas ideas, que habrían de ser decisivas en
el proceso de independencia. El movimiento de emancipación de la Nueva
Granada, como los de las otras naciones americanas, fue un movimiento
nacional que a la vez contenía un marcado carácter internacionalista, pues
buscaba integrar a estos territorios a las corrientes del progreso humano de
la época, y no apartarlos. Debe mencionarse por aparte la Expedición
Botánica, cuyas investigaciones científicas en los campos de la botánica, la
zoología, la geografía, la astronomía y la mineralogía, causaron admiración
incluso entre los naturalistas europeos. La Expedición se convirtió
prontamente en el centro de la reforma cultural para la Nueva Granada, dando
estímulo a numerosos trabajos científicos. Varios Neogranadinos colaboraron
en calidad de investigadores, dibujantes o pintores. Gracias a estas
actividades adquirieron conocimientos sobre el propio país y descubrieron las
riquezas y posibilidades de la patria. Entre los más destacados figuraron
Eloy Valenzuela, Pedro Fermín de Vargas , Francisco Antonio Zea, José Félix
Restrepo, Francisco José de Caldas, Sinforoso Mutis, Jorge Tadeo Lozano,
Joaquín Camacho y Miguel Pombo. Hans Hoachim König toma de la propia pluma
de los patriotas de la época estas citas. Escribía Francisco Antonio Zea:
“Que distinta sería la suerte de la Patria, si este (ciencias exactas)
hubiera sido el estudio de nuestros Padres! Tendríamos una Agricultura
floreciente, no estarían las Artes en la cuna, habría Comercio, no viviéramos
en la miseria, que nos debora, y nuestra racionalidad ya no será un problema
para esos escritores, que nos equivocan con las bestias, y nos juzgan incapaces
de concebir un pensamiento” Así pues Zea, no sólo resalta la
importancia de las ciencias naturales sino que las liga a la superación de la
miseria y el atraso y rechaza la subvaloración que se hacía de las
capacidades del hombre americano. Criticando el sistema educativo vigente y
apoyado en los avances de la Expedición, Caldas decía en su periódico
Semanario en 1809: “Las
circunstancias en que nos hallamos piden que dirijamos muestras miras hacia
aquéllos objetos de primera necesidad antes de pensar en los del lujo. ¿Un
pueblo que no tiene caminos, cuya agricultura, industria, comercio casi
agonizan, como puede ocuparse en proyectos brillantes, y las más veces
imaginarios? El cultivo de una planta, un camino cómodo y más pronto, el
plano de un Departamento, la latitud y la temperatura de un lugar, el
reconocimiento de un río, etc. etc., son asuntos más importantes que todas
aquellas cuestiones ruidosas en que pueden lucir el genio, la erudición y la
elocuencia.” Diego Martín Tanco propagó en el Semanario
de la Nueva Granada la idea de la enseñanza pública, gratuita, igualitaria,
consolidada y sostenida por el Estado y propuso un plan para la formación de
una Escuela Patriótica. Zea, Nariño y Tanco se apoyaron en las ideas de la
Ilustración para afianzar su patriotismo y su fe en el progreso del propio
país. Esta es una característica de la nueva orientación cultural que buscaba
sacudirse de la dependencia colonial. A esos propósitos contribuyeron tanto
las tertulias que se organizaron en Santafé, Cartagena y Santa Marta, y que
se ocupaban en debatir cuestiones literarias, económicas y políticas, como
los periódicos que empezaron a circular en las postrimerías del siglo XVIII y
que fueron definitivos en la conformación de una elite intelectual con un
hondo sentimiento patriótico. Tanto en los foros mencionados como en la
prensa se sometió a crítica la estructura económica y política que frenaba el
desarrollo material y espiritual de la Nueva Granada. Téngase en cuenta que
los periódicos alcanzaban un número de suscriptores que apenas llegaba a 250
ó 300 personas. Este agitado ambiente ideológico y
cultural fue el suelo fecundo en el que germinó la identidad nacional de los
neogranadinos, que a la postre, conduciría a la formación de la República de
Colombia. Entre las reivindicaciones de los criollos
las económicas eran, desde luego, prioritarias. José Manuel Restrepo
explicaba: “Mejorar la agricultura y hacer opulento a su país es lo que
constituye el verdadero patriotismo.” Al explorar los recursos naturales de la
Nueva Granada, los criollos aprovecharon la ocasión para mostrar la
ignorancia y los prejuicios de los europeos frente a las cualidades
geográficas naturales de América y de sus habitantes. El naturalista francés
Buffon había teorizado acerca de la debilidad y la pequeñez de los animales
americanos en comparación con los europeos y africanos. Por su parte el
filósofo naturalista prusiano De Paw sostenía la tesis de la inferioridad de
los hombres y los señalaba como verdaderos degenerados. Estas opiniones se
difundieron ampliamente y se hicieron muy conocidas a través de la obra de
Roberston de 1777, titulada Historia de
América. Caldas rechazó agudamente la opinión de De
Paw en un pasaje de su escrito titulado
Del influjo del clima sobre los seres organizados. Sostuvo que las
deficiencias en el desarrollo de la población no resultaban de las
condiciones climáticas, sino de la situación política de una colonia
dependiente. Mientras tanto José María Salazar, al rechazar también la
supuesta inferioridad del americano, destacó los desarrollos alcanzados por
las civilizaciones muiscas y añadió que su atraso relativo tenía origen en
causas sociales. En conclusión, la Expedición Botánica
contribuyó enormemente a la valoración de la geografía y del territorio como
elementos clave en la formación de la conciencia nacional. De igual manera,
permitió superar los sentimientos de inferioridad y dar seguridad a los
criollos sobre los éxitos que se alcanzarían con la independencia. Los intelectuales de Santafé y de otras
provincias del Nuevo Reino de Granada desataron una ofensiva de críticas
contra el sistema económico colonial. Esta polémica la iniciaron desde
finales del siglo XVIII. Ya en 1778, el gobernador de Santa Marta, Antonio de
Narváez y Latorre informó al ministro de indias sobre la desesperante
situación económica de su provincia y expuso las ventajas que traería al
Nuevo Reino el comercio con los no españoles. Pedro Fermín de Vargas en sus
escritos Pensamientos políticos,
aparecidos en 1790 y en su Memorias
sobre la población del Nuevo Reino de Granada, describió el atraso de su
patria y bosquejó al mismo tiempo un nuevo concepto económico. En 1797,
Antonio Nariño escribió el Nuevo Plan
de Administración, destinado al Virrey Mendinueta. Dichos escritos aludían
a la necesaria unidad del proceso económico, al que Pedro Fermín de Vargas se
refería diciendo: “El cuerpo político (...) puede compararse a un árbol,
cuyas raíces son la agricultura, el tronco la población, y las ramas, hojas y
frutos, la industria y el comercio”. Reclamaban que los cereales se
protegieran de la competencia extranjera, que se liberara a la agricultura de
cargas feudales como la alcabala, la sisa, los diezmos, los monopolios
estatales, las prohibiciones de cultivo y otras limitaciones. También exigían
una más razonable repartición de las tierras y métodos más modernos para
cultivar. De sus peticiones no se escapaban las de desarrollar adecuadas
formas de transporte y de alcanzar un intercambio mayor entre las regiones
aisladas de la Nueva Granada. Querían desarrollar la industria y explotar las
minas de hierro para fabricar herramientas. A juzgar por la experiencia histórica de
los orígenes de la formación de la República de Colombia, el anhelo del
desarrollo económico propio constituye una característica esencial de las
luchas nacionales. En la Nueva Granada se venían dando
cambios de gran importancia, tales como el aumento de la población en general
y de la urbana en particular, el creciente mestizaje, y el descenso de la población
indígena. Según el censo de 1778, en el territorio de la Audiencia de Santafé
o Virreinato de la Nueva Granada había 826.550 habitantes, de ellos 277.068
eran blancos; 368.093, mestizos; 136.753, indios y 44.636, esclavos negros. Se había venido formando una clase media,
constituida primordialmente por agricultores y pequeños propietarios de
fundos. Esta clase media reclamaba tierras, incluidas las de los resguardos
indígenas, y exigía la remoción de los obstáculos a su actividad. La
creciente población urbana demandaba productos que la Península, en muchas
ocasiones, no podía abastecer, por los conflictos bélicos y los bloqueos que
tuvo que enfrentar, y por su propia crisis productiva. A pesar de los choques por tierras entre
los agricultores y los indígenas, los intelectuales patriotas, con la mira de
lograr la unidad de la población, comenzaron a denunciar que la Corona
española mantenía una política de segregación y separación de razas, con la
cual había logrado escindir la población de la Nueva Granada en dos grupos de
súbditos separados uno de otro, administrados independientemente y
distanciados también espacialmente. Según ellos se había constituido una
república de españoles y una de indios. Vargas, Nariño, Moreno y Escandón y los
voceros de los comuneros de 1781 abogaban por una renuncia a ese anacrónico
dualismo social y político. Se hablaba, en el lenguaje de la época, de la
conformación de un único grupo nacional de súbditos, de vasallos. Concepto
que después sería reemplazado por el de un único grupo nacional de
ciudadanos. Pedro Fermín de Vargas habló de la necesidad de la integración
paulatina como fundamento para un estado propio y enfatizó en la importancia
del mestizaje y de abolir el estatus particular de los indios, mediante la supresión
de los tributos especiales y el reparto a los nativos, en propiedad
individual, de la tierra de los resguardos. Según Hans-Joachim Köning uno de los
criterios de determinación para constituir la nueva entidad estatal o
nacional fue el de que ésta se conformaba con americanos. Pero el concepto de
americano no era racial o de cualidades culturales específicas, o de
identidad étnica. La heterogeneidad de la población en la América española no
permitía que se estableciera un criterio étnico para la unidad estatal o
nacional. Se trataba de integrar las diferentes razas y etnias en una sola
nación. Esta política de unidad de las distintas razas y culturas se extendió
al trato amplio que se dió a los inmigrantes y a los propios españoles
peninsulares que se mantuvieron en el país. Al hablar de americanos se aludía
más que a la simple pertenencia geográfica a la situación de dependencia y
subordinación coloniales. Se podría concluir que la formación de la
República de Colombia se cimentó en un proceso histórico que, a lo largo de
los siglos coloniales, conformó una comunidad nacional identificada con un
territorio, que se fue uniendo a causa de la discriminación y opresión
peninsulares, y que, deseosa de dar impulso a su desarrollo económico
independiente e influenciada por el pensamiento del capitalismo europeo en
ascenso, y apoyándose en la prensa y la actividad educativa y cultural, logró
cohesionar un movimiento nacional que habría de reivindicar la autonomía, la
soberanía política de la nación. Las diferencias de razas, etnia ni cultura
no fueron obstáculo para forjar la nación. El asunto deslindante fue el
anticolonial, y todo el esfuerzo se centró no en resaltar las diferencias
entre los habitantes de la Nueva Granada, sino en destacar los intereses que
los unían. Se puede afirmar que este proceso no correspondió a la teoría de
nación-genio, que se expuso arriba. |