Globalización, desarrollo regional y atomización del Estado Nación

©Martha C. Vargas T.


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2.8   Conclusiones

Del análisis anterior podemos concluir que el motor primordial de la globalización son las empresas multinacionales, que buscan con la encarnizada competencia por el control del orbe, reducir costos, aprovechar recursos naturales, materias primas y mercados de los países en desarrollo y barrer los obstáculos que les puedan representar los estados.

El aspecto económico clave consiste en que el interés fundamental de las multinacionales no es solamente operar en los mercados interiores de dichos países, sino también tomarlos como plataforma de su disputa mundial. Ello no obsta para que la arremetida de dichas empresas, apoyada por políticas como la liberalización comercial y la revaluación de la moneda, tengan en graves apuros a la industria y agricultura locales de los países en desarrollo, al tiempo que se transfieren a propietarios extranjeros los activos de las empresas de servicios y del estado.

Los oligopolios están demandando, pues, la ampliación de los mercados, derribar todas las barreras y dejar en indefensión a las fuerzas que les han levantado obstáculos: el obrerismo, que es atomizado mediante la dispersión productiva, y los estados nacionales, mediante la atomización regional. Claro que la inversión extranjera exige medios de transporte y comunicación y “capital humano”, con la preparación indispensable para la explotación económica. Pero estamos viendo cómo esas funciones se transfieren cada día a las regiones.


EL DESARROLLO REGIONAL EN LA ERA DE LA GLOBALIZACION

Se trata en este capítulo de plantear que la globalización está propiciando el debilitamiento del Estado-nación a través del impulso a procesos de descentralización y de autonomía territorial, en donde los niveles subnacionales se articulan a la economía internacional. En este proceso, las teorías del desarrollo regional han incidido en la formulación de políticas públicas que se sustentan en las concepciones contemporáneas surgidas del paradigma del mercado como regulador de los asuntos que conciernen a la sociedad.

Como se trata de examinar tendencias, la mirada que se hace al desarrollo regional de la Costa Atlántica, pretende mostrar cómo el proceso globalizador y por ende de apertura económica, no ha conducido al desarrollo económico y social de este territorio colombiano, ubicado en la esquina del continente.

La discusión del desarrollo regional debe tener en cuenta por lo menos las escuelas de pensamiento que predominan en el tema. Aquí se le presta especial atención a la postura del Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social y, en particular a los planteamientos de Sergio Boisier, que él construye no tanto a partir de un análisis objetivo, sino de una línea que a su juicio se debe seguir. Lo que amerita la selección de dicho autor y escuela es su influencia en América Latina. Diferentes países formulan sus políticas públicas inspirados en las concepciones del Ilpes. Desde luego, no se trata de que Boisier solo haya elaborado esta teoría, ella hace parte de la corriente dominante del pensamiento económico, político y social. La síntesis que hace Boisier es bastante completa y útil en la medida en que tiene un manejo analítico de interrelación entre tres categorías de análisis: globalización, estado-nación y región.

Coincidiendo con las teorías de Alberto Alesina y de Kenichi Ohmae, Sergio Boisier, y Luis Lira, parten del postulado de que hoy existe un mercado mundial relativamente libre y de que, en consecuencia, el papel económico de los estados nacionales debe reducirse a algunas operaciones de tipo macroeconómico, mientras que el protagonismo corresponde a las regiones. Los autores hacen énfasis en que los estados nacionales se han venido debilitando por causa del desarrollo de dicho mercado y por la emergencia de las regiones.

Es evidente que tales concepciones están íntimamente ligadas con la escuela neoliberal. Se identifican en considerar como inevitables las rebajas de aranceles, la reducción de la intervención estatal en la economía, en una palabra, en la confianza en que la “mano invisible del mercado” terminará por premiar a los productivos y eficientes y aplicar la condigna sanción a quienes no sean competitivos.

En lo atinente al debilitamiento del Estado nacional, Sergio Boisier no deja dudas: “Las tendencias políticas y económicas de escala mundial están produciendo significativas modificaciones en la geografía política, al generar simultáneamente procesos aparentemente contradictorios que tienden a desdibujar el concepto de Estado nacional, a configurar estructuras semejantes a cuasi-estados supranacionales (como los organismos de la Unión Europea) y a vitalizar a los territorios subnacionales y a las ciudades, como nuevos actores de la competencia internacional por capital, tecnología y mercados.” (Boisier, 1995 : P.1).

En su documento Postmodernismo territorial y globalización: Regiones pivotales y regiones virtuales afirma: “La economía global ha llegado a ser un mosaico de regiones económicas desplegándose a través de múltiples jurisdicciones políticas”, lo cual “está contribuyendo a redibujar el mapamundi de la geografía política real mediante el debilitamiento de la noción tradicional de estado nacional y mediante el paralelo fortalecimiento de los cuasi-estados supranacionales y subnacionales”.

Para reforzar su argumentación dice que no es “conciliable el objetivo de la competitividad con estructuras decisionales centralizadas[1], una constatación que permite prever una amplia y creciente demanda por descentralización, incluida por cierto, la descentralización política/territorial, que agregará importancia al manejo territorial.” (Boisier, 1995, p. 20)[2] .

“El concepto de “desarrollo regional endógeno” se da en un escenario “caracterizado en lo principal por un doble proceso de apertura. Una apertura externa empujada por la fuerza de la globalización de la economía y una apertura interna, hacia la cual lo conduce la locomotora de la descentralización. Una de las consecuencias más evidentes de este proceso “es el paulatino debilitamiento del Estado - Nación como ente más o menos autárquico y el paralelo fortalecimiento de los territorios organizados, llámense regiones o como se quiera, pero que no ocultan su transformación tendencial a convertirse en verdaderos cuasi-Estados”... lo que impone “tanto para los nuevos gobiernos regionales como para la propia sociedad civil, conducir a las regiones en forma participativa o societal hacia un posicionamiento internacional competitivo, moderno y equitativo.” (Lira 1996, p.25).

En la concepción de los autores, la descentralización se vincula con las tendencias privatizadoras, al aumentar el número de “decisores independientes” en un sistema económico y social dado y, por tanto, se produce un fenómeno de redistribución del poder. Por lo menos desde el punto de vista de la teoría económica, ello equivale a una mayor descentralización.

Agrega Boisier que ya no es posible pretender ser competitivo como país, con estructuras decisionales centralizadas, por tanto la descentralización se torna en una tarea de primer orden a partir de consideraciones macroeconómicas.

Es de remarcar que, según la opinión de Boisier y de Lira, la globalización impone no sólo la descentralización política, sino incluso la formación de “cuasi Estados regionales”. Más claro aún: “...surge el concepto de Estado-regional concebido como zonas económicas naturales, cuyos límites son dibujados por la invisible mano de los mercados globales de bienes y servicios y cuyos encadenamientos primarios tienden a ser con la economía global y no con sus naciones anfitrionas”.

Según la explicación de Lira, la propuesta del desarrollo regional endógeno en el terreno económico constituye una reformulación del modelo exportador que, “aceptando la primacía del ajuste externo, incluye una crítica al contenido dependiente y desequilibrado de los enfoques más ortodoxos... así, manteniéndose la promoción de algunas plataformas de explotación de carácter nacional, se propondrá, a nivel de cada región individual la reproducción del modelo exportador nacional dada la hipótesis de que el crecimiento de una economía regional viene determinada por su capacidad para exportar, según la tradición de la teoría de la base exportadora. El énfasis de la política regional deberá ponerse en la promoción, tendiente hacia la especialización de aquellas actividades en las cuales la región revela ventajas comparativas, en tanto que las actividades residentes debieran responder en forma inducida”. Más adelante explica la idea del desarrollo basado en iniciativas de recursos endógenos y mercados exógenos, entendiéndose por endógeno el uso completo de los recursos regionales: empresariado, mano de obra, tradición manufacturera, etc.

Nótese que el modelo exportador, propuesto a los países en desarrollo en las décadas pasadas como fórmula para alcanzar el progreso, se traslada ahora a las regiones. Estas lograrán su avance mediante la exportación de sus productos o recursos naturales, o por la baratura de su mano de obra, pues se trata de definir en qué renglones puede ser competitiva una determinada región. En esos renglones debe alcanzar la especialización. Esta tiende a suplantar el carácter integral del mercado interior, que, como ya se explicó, supone una gran diversificación de las ramas productivas. Las regiones así concebidas son claramente dependientes del mercado internacional, su participación en él depende de unos pocos productos, y en particular de un puñado de multinacionales. El principal empleador privado de Singapur, una de las ciudades-estado, es la General Motors. El mismo Alesina admite que la especialización puede traer vulnerabilidad, ya que para los estados más pequeños uno o dos productos representan la parte de león de sus exportaciones. Incluso un huracán puede poner en terribles aprietos a las minieconomías, tan elogiadas. En la crisis asiática hay ejemplos de cómo la dependencia de un producto, o peor aún de un componente, arrastra a un país a una pavorosa crisis.

Vale la pena revisar los puntos de vista de Boisier acerca de la configuración regional: para ser ganadora debe ser veloz, flexible y maleable, tres atributos inversamente proporcionales al tamaño de la región. Ésta, además de las anteriores características debe tener una particularización cultural que le dé identidad y autorreferencia, que constituyen elementos para la competitividad, al facilitar introducir la diferenciación en mercados que tienden a la homogeneización. Con respecto a la identidad, otros teóricos comparten el punto de vista, “La identidad territorial está en las raíces del alza mundial de gobiernos locales y regionales como actores significativos de representación e intervención, más apropiados para adaptarse a la variación interminable de los flujos globales. La reinvención de la ciudad-estado es una característica sobresaliente de esta nueva era de globalización” (Castells, 1999, p. 396).

La otra característica necesaria es la resiliencia, que consiste en la capacidad de reconstituir la estructura cuando es dañada por elementos exógenos. Finalmente se requiere la complejidad sistémica, que tiene varias dimensiones: multiplicidad de subsistemas reconocibles al interior del sistema en cuestión, jerarquía de tales subsistemas, articulaciones no lineales entre elementos, además de recursividad. La complejidad territorial es, pues, ahora también requisito para un adecuado acoplamiento de cualquier territorio al comercio internacional.

Los anteriores elementos permiten buscar el territorio organizado más adecuado para ganar en el juego internacional. Como se ve el tamaño del territorio debe ser pequeño, pero para equilibrarse ha de tener las características de complejidad arriba mencionadas.

Los territorios con estas características son denominados regiones pivotales, es decir, los menores territorios organizados que presentan atributos de complejidad sistémica, de cultura capaz de generar identidad, y de resiliencia. Las regiones pivotales, requerirán con frecuencia asociarse con otras, constituyendo las regiones asociativas, caracterizadas por la contigüidad geográfica. Las pivotales y las asociativas también podrán hacer acuerdos transitorios con un fin específico, constituyendo las llamadas regiones virtuales, producto de la imaginación de Boisier. Éstas no necesitan contigüidad.

Ha de destacarse que Boisier se preocupa en primera instancia por defender la doctrina consistente en que las regiones deben ser pequeñas, y luego, como los inversionistas requieren en muchas ocasiones de enormes mercados o gigantescos proyectos de infraestructura o de otra índole, entonces idea las regiones asociativas y virtuales, que en su esquema permiten superar la estrechez de la región pivotal. Como en su muy elaborado esquema casi no cabe el estado nacional, las regiones han de cooperar para efectos de suplir los requerimientos del gran capital internacional, pero deben mantenerse como entidades políticas separadas, culturalmente distanciadas, pequeñas, incapaces de formar un gran mercado nacional.

La región, para Boisier es un cuasi-estado. Este concepto lo usa para destacar la cuestión del poder político y por tanto, la dimensión política del desarrollo regional, en primer lugar. Boisier explica que en el “sistema” de estado nacional, unas regiones dominan sobre otras. Pero una región que desee acelerar su crecimiento debe encontrar la manera de romper esa relación de dependencia o de dominación para remplazarla por otras modalidades, por ejemplo las relaciones de cooperación. Como las relaciones de dependencia derivan de un control asimétrico del poder político, la región que quiera romper la relación de dominación debe acumular poder político. Lo hace mediante transferencia de poder por la descentralización o promoviendo el consenso o pacto político en su seno”. En esto consiste la importancia del concepto de proyecto político regional. Por eso son claves los asuntos politológicos y sociológicos a la hora de intervenir a favor del desarrollo. Esta visión, según Boisier, contrasta con las visiones economicistas del pasado.

Ha de señalarse que en el propósito de construir cuasi-estados, o cuasi naciones, no puede faltar el proyecto político regional, como tampoco la labor por crear “una particularización cultural que le dé (a la región) identidad y “autorreferencia” que busca “romper la relación de dominación” del estado nacional.

Boisier insiste en que las regiones son los nuevos actores en la competencia por mercados, capital y tecnología. “Lo importante es que los territorios organizados juegan ahora un papel completamente nuevo al entrar de lleno a la competencia y a la competitividad. (Boisier 1.996: p. 20).

En cuanto a la competencia de las regiones por capitales ya se ha dado el ejemplo del estado de Ceará; vale la pena mencionar el caso del estado Río Grande do Sul en su propósito de atraer la inversión de los colosos de la industria automotriz. El Wall Street Journal Américas del viernes 9 de abril de 1999, informa que las empresas Ford y General Motors están enfrascadas en una disputa con el gobernador del Estado, al que le exigen el cumplimiento cabal de un compromiso de exenciones tributarias y de subsidios. “El estado acordó en 1997 destinar unos US$ 500 millones en inversiones de infraestructura y en préstamos, en la construcción de plantas, y prescindir de cobrar hasta US$ 2.900 millones en ingresos tributarios durante los 15 años que durarían los acuerdos con las automotrices”. Parte de este dinero ya se ha pagado, pero Olivio Dutra, el nuevo gobernador, ha suspendido los pagos futuros alegando que la situación de crisis del Brasil hace que los fondos sean escasos para cumplir incluso con los servicios sociales básicos y con la nómina estatal. Para las dos multinacionales las plantas que están construyendo en Río Grande do Sul “son elementos cruciales de sus estrategias de crecimiento a largo plazo para abastecer el mercado común de Mercosur, que incluye a Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay”. La planta que está construyendo General Motors, conocida como Blue Macaw, “es crucial para la estrategia mundial de G.M. para construir un auto pequeño y rentable. A diferencia de otras plantas de G.M., Blue Macaw tendrá menos empleados porque trabajará con piezas de autos ensambladas y prefabricadas” “La deuda del estado con Ford es de casi US$ 40 millones en incentivos que debieron haber sido pagados a fines de marzo. “Los incentivos son absolutamente vitales para que se pueda mantener el proyecto en Río Grande do Sul” dijo el miércoles el presidente de Ford Brasil, Iván Fonseca e Silva”. Al llevarse a efecto la doctrina del desarrollo regional y competir por atraer capitales, los pauperizados contribuyentes de una región de un país latinoamericano en crisis, han terminado financiando los proyectos de expansión de las más poderosas empresas del mundo. (El Tiempo, abril 9 de 1.999).

Las campañas por “particularizar culturalmente” los territorios subnacionales toman fuerza. Para ello se acude a las diferencias de raza, de etnia, de cultura. Los planteamientos de Boisier, de Alesina y, como veremos más adelante, de Fals Borda, traen a la memoria la escuela de la nación-genio alemana, que se explicó arriba. Difieren, en cambio, enormemente del concepto de nación de la Revolución Francesa y del pensamiento que dio origen a la formación de Colombia. Distintas reformas se han venido dando para ahondar la diferenciación entre regiones y etnias, desplazando el énfasis en la identidad nacional por el énfasis en la identidad regional. Todo esto abona el terreno a posibles tendencias separatistas. En Colombia, por disposición de la Constitución de 1991(art. Transitorio 55), la Ley 70 de 1993 y el Decreto 1745 de 1995 se han venido titulando tierras con criterio racial. Igualmente la Ley 115 de 1993 o Ley General de Educación estableció la “etnoeducación” y la política de darle a la enseñanza un marcado carácter regional. Como está claro que en la formación de las naciones la escuela ha desempeñado un papel de fundamental importancia, decisiva para forjar la identidad nacional, se insiste en que desde ella se debe promover la identidad de los cuasi estados regionales. Ahora, por disposiciones legales, se quiere presentar como reivindicación de las comunidades negras la escuela negra o la tierra de los negros, cuando históricamente éstos han luchado para que ni la escuela ni la sociedad en general hagan discriminación racial. Los ghettos en Estados Unidos y en Sudáfrica fueron suspendidos como resultado del batallar incesante de las comunidades negras y de las personas de distintas razas enemigas de la discriminación.

Ya se da el caso de que un gobernador, como Alvarez Gardeazábal, del Valle de Cauca, que denomina el plan de desarrollo Hacia el país Vallecaucano. Y los grupos guerrilleros, huérfanos del patrocinio soviético, encuentran asidero a sus apetitos de control territorial en las tendencias autonómicas surgidas al influjo de la globalización. No se trata del levantamiento del tercer estado ni de la movilización general de las fuerzas sociales de una nación, sino de unas inclinaciones que se van aupando desde lo alto, aprovechando viejos y pequeños resquemores entre regiones o razas.

Así se proyecta pues la formación de los cuasi-estados: tendrán un territorio, unas autoridades políticas, unas actividades económicas, una identidad. Pero serán tan frágiles que su “soberanía” dependerá (en palabras de Alesina) de que se cobijen con el frac de las naciones grandes y poderosamente armadas, o de las tropas de la Otan.

La región a la vez que debe ser un cuasi-estado debe ser una cuasi-empresa. Es decir, debe adoptar la planificación estratégica, tal como lo hacen las grandes corporaciones. Aquélla debe responder a cuatro variables:

Qué producir y dónde vender. El perfil productivo regional debe basarse preferentemente en el desarrollo de las ventajas comparativas dinámicas o competitivas. Se trata de agregar y agregar progreso técnico a la producción regional. La región debe cerrar actividades que no pueden ser competitivas a nivel nacional o internacional, lo que debe basarse en un estudio del mercado.

Qué proyectos desarrollar y cómo financiarlos, a este propósito debe tener bancos de proyectos para los potenciales inversionistas.

Con qué recursos humanos se cuenta y cómo emplearlos. La mayor responsabilidad de la administración regional es crear empleo en función de su perfil productivo. Para esto es clave la asociación entre el gobierno y el sistema científico y tecnológico regional.

Cuál es la imagen corporativa y cómo se promueve. Como los territorios organizados son los nuevos actores de la competencia internacional por capital, tecnología y mercados, necesitan una imagen corporativa.

Redundando en este aspecto, se trata de poner a disposición del capital extranjero todos los recursos de la región, para atraerlo.

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8 Aunque, según se ha visto, las multinacionales están centralizando sus orientaciones y recursos, lo que constituye punto determinante en la competencia internacional. Justamente la autonomía regional y la descentralización del Estado les permiten a aquéllas centralizar las decisiones sobre inversión, flujo de capitales y, con una visión de conjunto y sin cortapisas del estado, aprovechar las ventajas que se le ofrecen en las diversas latitudes.

12 BOISIER, Sergio. En busca del esquivo desarrollo regional: entre la caja negra y el proyecto político. Octubre, 1995. Editado por ILPES. Salvo indicación en contrario, todas las citas de Boisier se refieren a este texto.